Sunday, August 25, 2013

La boba prieta, Sula leucogaster, y la escalera del Terror


Durante la década de los años ochenta estuve visitando la isla de Mona todos los años a fines de mayo y principios de julio con el grupo estudiantil conocido como la asociación de estudiantes de biología del recinto universitario de Mayagüez de la universidad de Puerto Rico.    En uno de esos viajes para principio de los 80 visite la cueva del Lirio.  Justo debajo de una de las ventanas que miran a la costa de Mona, específicamente una desde las que se puede ver la playa de Pájaros, observe que habían unas bobas prietas anidando a cierta distancia debajo de la boca de la cueva (Sula leucogaster).   Las bobas estaban anidando directamente sobre la piedra caliza.  La piedra caliza sobre la que las bobas anidaban es una forma particular causada por erosión por la lluvia y los elementos y está cubierta de hoyos y filos.  Este tipo de caliza de llama “diente de perro” y es justamente temida por su capacidad de lacerar y herir a los que caen sobre ella.  Este tipo de caliza es notorio porque destroza lentamente (y a veces de forma no tan lenta) a todos el calzado que se usa para caminar sobre ella.

Las bobas que vi anidando eran de las primeras que había visto en tierra y me domino el deseo de acercarme a ellas.  Pero no parecía haber forma de bajar de la cueva hasta donde estaban las bobas, que era en una ladera en la cara del farallón.   Uno de mis compañeros me indico que justo debajo de la ventana que daba al mar, había una grieta en la que estaba encajada una viga que se podía usar para bajar a donde estaban las bobas.  La viga tenía unos pedazos de madera clavados a lo largo que formaban una primitiva escalera.  Sin pensarlo dos veces baje por la viga, que tengo que decir, no era exactamente una pieza de madera nueva.  Actualmente la idea de usar una cosa así para bajar unos ocho o diez pies verticales a una ladera rocosa con la consistencia de un enorme guayo,  me llenaría de espanto.  Pero en esos tiempos pesaba 130 libras, tenía la agilidad de un mono y una confianza sin límites en mi capacidad de lidiar con el peligro.

Esta foto fue tomada antes de que encallara el Alborada en Playa de Pajaros
Las bobas reaccionaron a mi llegada con cierto disgusto pero ninguna abandono su nido.   Pude notar que la ladera rocosa era virtualmente inaccesible desde el tope del farallón o la playa.  Me imagino que por eso las bobas la escogieron para anidar.  Para mi sorpresa también vi una iguana de Mona juvenil bastante pequeña, en esos tiempos ver iguanas juveniles no era algo común y corriente.    Le tome fotos a dos de las bobas. Ambas estaba protegiendo a su polluelos del intenso sol.  Siempre me he reprochado que no le tome una foto a la escalera.  Pero quizás fue lo mejor, si mis padres la hubieran visto les habría causado una apoplejía.  Me pregunto si alguno de ustedes, los que leen estas líneas, también recuerdan esa escalera en la cueva del Lirio.  



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