Macho |
Hembra Macho inseminando a la hembra |
Macho junto a un gupi Ender sub adulto |
Adquirí una pareja de estos pececillos hace unos
cuatro años atrás en diciembre del 2010.
Este pez es originario de México, es un miembro de la familia de peces vivíparos
conocida como Goodeidae. Estos peces,
hasta donde sé, no son producidos en masa de forma comercial, sino más bien por
aficionados especializados que mantienen pequeñas poblaciones en cautiverio. La pareja fue colocada en una pecera de 10
galones sembrada de Elodea y algas filamentosas. Eran aun peces jóvenes y por un tiempo no vi crías,
aunque es probable que las estuvieran produciendo y las canibalizaran ya que la
pecera no ofrecía refugios seguros para peces recién nacidos. Eventualmente moví a la pareja a una pecera
de treinta galones larga donde ahora vive un grupo de sus descendientes. Los
Xenotoca comparten esta pecera con un grupo de cíclidos, Amatatlilia siquia producto del primer
desove de esa especie en mis peceras.
Todos los siquia de tamaño normal
los regale, pero me quede con los que se quedaron enanos porque los encuentro
bonitos y no tienen la desagradable tendencia a reproducirse todo el tiempo,
todos conocemos los problemas que causan los cíclidos cuando en una comunidad
de peces cuando están en reproducción.
Estos enanititos comparten la pecera con los Xenotoca en completa armonía, no he visto ni agresión ni una sola
aleta rota desde que están juntos.
Tengo a mis
peces en agua de lluvia, aun cuando la recomendación es que el agua “dura” es
mejor para ellos. La razón es que el
agua local tiene una buena cantidad de carbonato de calcio el cual se deposita
en el cristal de la pecera eventualmente opacando hasta cierto punto la
transparencia del cristal. Los minerales
en el agua local también forman una molesta y desagradable costra en el cristal
a la altura de la superficie del agua, la cual hay que remover constantemente
usando una navaja. Los Xenotoca no parecen sufrir en forma
alguna por estar en agua “suave”.
Los peces
toleran las variaciones de temperatura local del bosque de Rio Abajo sin
dificultad. Aun en las mañanas más frías,
cuando la temperatura del agua está cerca de los 65° F no he notado cambios en
su comportamiento. La temperatura local
en su punto más alto en el verano llega a cerca de los 84° F, lo cual tampoco
parece afectar a los peces de forma alguna.
Alimento los
peces con comida seca en hojuelas, que macero un poco antes de dársela ya que
las bocas de estos peces son relativamente pequeñas en comparación con las
hojuelas. Les doy una pequeña cantidad
de comida todos los días. Una o dos
veces a la semana les doy pedacitos de camarón que he rallado en un guayo hasta
que se producen partículas que los pececillos puedan ingerir fácilmente. Los peces también comen del alga filamentosa
que crece en abundancia en la pecera, sobre los cristales y sobre los tallos y
hojas de la Elodea. Según he leído, aunque estos peces son omnívoros,
necesitan consumir cierta cantidad de algas en su dieta para mantener una buena
salud¹. Infrecuentemente les doy larvas
de mosquito y “bloodworms”, usualmente cuando las encuentro en algún envase que
ha acumulado agua inadvertidamente. Las
larvas de insectos son consumidas con voracidad y rapidez.
Estos peces
pueden llegar a las dos pulgadas y media de largo. En mis peceras los machos desarrollan color
desde relativamente pequeños pero tardan tiempo en alcanzar el tamaño adulto. Son peces rechonchos, pero a la vez muy
agiles y activos. No son peces tímidos
y responden con rapidez y entusiasmo cuando se les alimenta. Las crías
son relativamente grandes al nacer.
Nunca he hecho un esfuerzo por salvar las crías, con los que sobreviven
en la vegetación basta con mantener la población estable.
El
comportamiento de estos peces no es particularmente complejo. Su patrón de
comportamiento principal es la búsqueda de alimento. Cuando me acerco a la pecera su respuesta
inicial es esconderse en la vegetación,
pero en cuestión de unos pocos segundos salen a ver si les he traído algo de
comer. Los machos cortejan a las
hembras a las hembras con una danza temblorosa que hacen frente a ellas. Para mi sorpresa pude observar a una hembra
que estaba siendo cortejada por un macho subadulto responder con movimientos de
lado a lado que más bien parecían de agresión.
No quisiera dar a estos comportamientos una interpretación antropomórfica,
pero la impresión que recibí fue que la hembra le decía al macho “¡déjame quieta
ya!”.
Los peces en
las fotos son subadultos que aún no han alcanzado su tamaño adulto. Los adultos son significativamente más
grandes. Estos peces pueden vivir por
varios años si se les cuida bien. Su biología
reproductiva es fascinante ya que no son ovovivíparos, sino verdaderos vivíparos que alimentan a sus crías
en la gestacion por medio de estructuras especializadas. No recomiendo que se tenga a estos peces
con peces delicados, tímidos o de aletas largas.
¹Schliewen Urich. 1992. Aquarium
Fish. Barron’s
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