Thursday, March 3, 2011

Un barbo similar pero no exactamente igual al barbo cereza "cherry barb"


Un macho adulto dominante con su coloración normal.

Un macho adulto al frente y una hembra atrás.
Los machos muestran su mayor colorido durante el desove pero es casi imposible fotografiarlos en la pecera en esos momentos, por eso fotografié este macho en el cedazo.  La captura le hizo perder casi todo el rojo pero aun se ve algo de la iridicencia azul.
Hace como doce o trece años la Asociación de Acuaristas de Aguadilla llevo a cabo una de las excursiones a visitar criadores de peces y tiendas de ventas de peces que tradicionalmente se hacen dos o tres veces al año.  En este viaje en particular visitamos un criador de peces del área sur.  Este criador de peces nos recibió muy cordialmente y nos escolto en un recorrido por sus facilidades de mantenimiento de peces.  Al final de la visita el criador capturo algunos peces y nos los obsequio.
Entre los peces que nos obsequio se encontraban unos barbos que picaron mi curiosidad.  Estos barbos tenían una clara similitud física con los “cherry barb” (Barbus titteya) pero el color de los machos era distinto y el tamaño de los peces era más del doble de los “cherry barb” promedio que vemos en venta en las tiendas de mascotas.  Los pececillos tenían un color crema con líneas marrón y un leve destello de azul metálico en la línea media de los machos.  El color era agradable pero no puedo decir que era espectacular.
Logre conseguir cuatro de estos barbos y los libere en una pecera de 30 galones densamente plantada de la hierba acuática Echinodorus tennellus.  Los barbos se perdieron en la vegetación y en el curso de los días siguientes apenas los pude ver.  Sin embargo con el paso del tiempo los pececillos perdieron su timidez y empezaron a dejarse ver en las aéreas libres de vegetación de la pecera con frecuencia.  Los barbos aceptaron todos los tipos de comida con el mismo gusto.  La comida seca, las larvas de mosquito y la comida congelada eran atacadas con voracidad y con una impresiónate rapidez.   Tal era la intensidad con la que estos pececillos atacaban la comida que determine no poner otros peces en su pecera ya que concluí que tendían problemas para poder alimentarse ante una competencia tan fuerte.
Los pececillos se adaptaron a la rutina y luego de un par de semanas pude notar que uno de los machos había adquirido un intenso color rojizo con un toque de azul metálico en la línea media.  El macho mantuvo este color por algunos días y luego volvió a su color habitual.  No me acuerdo haber notado que el cambio de color fuera acompañado en ese momento de un cambio significativo en el comportamiento de los peces.
Como dos semanas después de que el macho cambiara los colores, note un alevín nadando cerca de la superficie del agua.   Los pececillos habían desovado en la pecera y unos poquitos de los huevos habían sobrevivido la voracidad de los padres y eclosionado.  A lo largo de los siguientes meses como media docena de pececillos jóvenes sobrevivieron hasta un tamaño que les permitía nadar sin temor con sus los padres a la hora de comer.
Hace once años comencé a trabajar para el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales y como me mude al bosque estatal de Rio Abajo decidí desmontar la pecera y mover los barbos a un estanque.  El estanque que prepare para los pececillos era de cuatro pies de largo de cómo seis pulgadas de profundidad y dos pies de ancho.  El estanque fue plantado con Java Moss para que los pececillos tuvieran donde refugiarse.  Los pececillos se adaptaron al estanque sin dificultad y cada vez que me sentaba a observarlos podía  ver a los adultos acompañados de varios tamaños de juveniles.  Una característica de estos peces es que desovan constantemente, si usted los coloca en una pecera que les permita desovar y la misma ofrece algún refugio para los alevines es seguro que con el tiempo algunos de los alevines no serán devorados y sobrevivirán para convertirse en alevines.
Algunos años después de que introdujera a los pececillos al estanque ocurrió un periodo de sequia particularmente severo en el área de Aguadilla donde se encuentra mi casa y el nivel de agua de los estanques se redujo considerablemente.  Cada vez que me acercaba al estanque y lo veía con un nivel bajo lo volvía a llenar.  Pero durante un periodo en que estuve extremadamente ocupado por causa de mi trabajo no me ocupe de atender al nivel de agua del estanque.  Cuando al fin tuve tiempo para darle atención al estanque encontré que el mismo se había secado casi totalmente.  Lo que quedaba en el fondo era una capa de lodo, que en partes estaba seco totalmente y el “Java Moss” que en la parte más profunda del estanque aun conservaba su verdura aun cuando su capa superficial estaba seca.   Llene el estanque con agua para ver si algún pez había sobrevivido escondido en el lodo bajo el “Java Moss”.  Paso una semana completa y en el estanque no se vio ningún rastro de los pececillos.  Sin embargo note que el estanque no era invadido por las larvas de los mosquitos locales que siempre aparecen con rapidez en estanques sin peces, eso me dio un rayo de esperanza que algún pez hubiera sobrevivido.
Dos semanas después de haber llenado el estanque me dedique a observarlo por un rato a ver si veía algo.  No vi ningún pez adulto, pero para mi alegría, encontré a varios diminutos alevines nadando cerca de la superficie.   Algunos de los adultos sobrevivieron la sequia enterrados en el lodo.  El lodo conservo suficiente humedad bajo la cubierta del “Java Moss” para que sobrevivieran algunos de los adultos.  Con el tiempo la población de los peces regreso al nivel que se encontraba antes de la sequia.
Hace como dos años prepare una pecera de treinta galones, de 36 pulgadas de largo, para poder observar el comportamiento comunitario de estos peces.  La pecera contaba con un lado intensamente iluminado y abierto, la otra mitad era oscura y tenía algunos troncos y plantas.  Capture uno veinte juveniles y los deposite en la pecera.  Como es usual, los peces corrieron a ocultarse en las partes oscuras de la pecera y durante los primeros días respondían con terror a la más trivial de las perturbaciones.
Con el tiempo los peces comenzaron a sentirse a gusto y empezaron a portarse con normalidad.  Una de las primeras cosas que pude ver fue que algunos de los peces desarrollaban un intenso color rojizo y nadaban juntos de un lado a otro de la pecera a toda velocidad con las aletas extendidas a su máxima extensión.  A mi parecer este comportamiento está relacionado a las demostraciones de dominancia entre los machos.  Los peces con poco colorido, presumiblemente las hembras o machos subadultos, no participaban en estas actividades.  En ocasiones dos peces se ponían lado a lado y se empujaban con sus colas en lo que me parecía un claro esfuerzo por demostrar su fuerza al pez contrario.  Sin embargo nunca vi muestras de agresión severa entre los contendientes.
Tras algunos meses el número de peces con mucho colorido se redujo a uno o en ocasiones dos.  No estoy seguro si siempre era el mismo pez el que mostraba mucho colorido.  El resto de los peces mantenían las bandas de color marrón y crema típicas de las hembras  Mi impresión es que este pez es una variedad del “cherry barb”.  He llegado a esta conclusión basándome en las similitudes físicas y de comportamiento de ambos peces. 
No he visto a este barbo en venta en ningún sitio.   Desafortunadamente este pez carece de algunos de los atributos que fomentan la popularidad de la mayoría de los peces tropicales.  En lugar de mostrar su brillante color constantemente estos peces solo lo muestran por tiempo limitado.  La mayor parte del tiempo tiene un color poco espectacular.    No son capaces de mostrar un color interesante hasta que son adultos por lo cual no puede competir con peces que aun como juveniles tienen mucho colorido.  Finalmente para que estos peces se sientan verdaderamente relajados tienen que estar en un grupo de entre seis y diez.   Por mi parte continuare criando estos peces y disfrutando de sus inquietas personalidades.

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